Por Jesús Méndez Jiminián
“Por
eso la suerte ingrata
De
la Patria no mejora
Porque
muchos son ahora
Como
don Martin Garata,
Que
quieren meterse en plata
Ganando
cuartos mansitos…”.
Juan
Antonio Alix en “Los mangos bajitos”.
A Mariíta Jiminián, mi madre.
Antonia (Toñita) Jiminián, mi abuela |
Fue mi madre quien, ya muerta mi abuela Toñita Jiminián, y siendo yo un mozalbete me hizo referencia al noviazgo de mi abuela con Pepé Echevarría Lazala, y me enseñó un retrato de él, que hoy conservo como una reliquia sagrada, que éste le dejara como recuerdo a mi abuela cuando él abandonó su natal Santiago de los Caballeros, para irse a sus andanzas musicales por el mundo.
Pedro Echevarría Lazala (Pepé) |
En
su obra “Los Cien músicos del siglo XX,
Rep. Dominicana”, Antonio Gómez Sotolongo nos dice que, Pedro Echevarría
Lazala nació en Santiago de los Caballeros en 1894, en plena dictadura de
Lilís, sin especificarnos el día y mes; y que, “Cuando contaba con muy pocos años de edad, guiado por el maestro José
Oviedo, ya daba sus primeros pasos en la música. A los catorce años se presentó
por primera vez en público – añade – y lo hizo en el Ateneo Amantes de la Luz
(de Santiago de los Caballeros, n. de j.m.j.)”.
Todo
lo anterior viene a significarnos el que Pepé Echevarría Lazala, era un niño
precoz y dotado de talento poco común para la música. Y, aunque Gómez Sotolongo
no lo dice en sus apuntes, sabemos que Pepé realizó sus estudios, incluido el
bachillerato, en su Santiago querido y amado. Siendo muy joven, Pepé, se
destacó como flautista de la Banda Municipal de Música hasta que logró abrirse
pasos a nivel internacional, y marcharse a La Habana, Cuba, meca de la cultura
y la música antillana, en los primeros lustros del siglo XX.
Instalado
ya en La Habana, y no sabemos a través de quien llegó hasta allí, y con todo un
mundo por delante, el joven Pepé logró formar parte de las más afamadas
orquestas cubanas de la época. “Así, –
señala Gómez Sotolongo –, tuvo la oportunidad de tocar bajo la conducción de
destacados directores y de acompañar a las luminarias (del canto, n. de j.m.j.)
que pasaban entonces por aquella codiciada plaza” habanera.
El prestigioso director de orquesta Leopold Stokowski |
Hoy,
poco sabemos los dominicanos de los días de Pepé Echevarría Lazala al lado de
Stokowsky, aquel brillante y genial director de orquestas, que después de
debutar en París, en 1908, pasó a dirigir la Orquesta Sinfónica de Cincinnati
(1908-1912), en Ohio, Estados Unidos; y que luego pasó a dirigir la de
Filadelfia, de la que fue su director por espacio de 25 años y de la que fue
integrante Pepé Echevarría Lazala. Además de director de orquesta, Stokowsky
actuó en varias películas, como aquella muy
famosa, Fantasía de Disney… y fundó
orquestas como la Sinfónica de Nueva York (1944), la Hollywood Bowl Sinphony
(1945), entre otras.
Tras
regresar a su Patria, la República Dominicana, a finales de los años ´30, Pepé
se integró en pleno auge de la dictadura de Trujillo, a la afamada Orquesta de
la Voz Dominicana, emisora que dirigía un hermano del dictador: Petán Trujillo.
En esta orquesta, bajo la conducción del afamado director de origen italiano
Roberto Caggiano, estuvo Pepé por varios años, al igual que en la Orquesta Sinfónica
Nacional.
Edificio del Casino Central de La Vega |
A
comienzos de la década de los años ´40, Pepé Echevarría Lazala, inició por varios
pueblos de la República Dominicana, una gira artística. En La Vega Echevarría
Lazala apareció por primera vez en concierto como solista, en los salones del
famoso Casino Central vegano, en septiembre de 1940, hace ya 73 años.
En
una breve reseña publicada por el desaparecido periódico “La Nación” de Santiago de los Caballeros, en fecha 12 de
septiembre de 1940, aparece esta nota sobre la presencia sobre Pepé Echevarría
Lazala en la ciudad de La Vega en su página 5: “Desde hace algunos días se encuentra en esta ciudad el aplaudido
artista dominicano, don Pedro Echevarría Lazala, el Ruiseñor Dominicano, quien
ofrecerá un concierto en los Salones del Casino Central el próximo sábado a las
ocho de la noche, patrocinado por nuestro Primer Centro Social, por el
Honorable Ayuntamiento y por intelectuales veganos. Un conjunto musical de la
localidad prestará su cooperación al Ruiseñor Dominicano. Reina entusiasmo para
asistir a este acto cultural”, terminaba aquella nota.
Por
aquellos días en que Pepé Echevarría Lazala visitaba la ciudad de La Vega, se
presentaban, además, dos destacadas figuras de la poesía antillana, ambos
puertorriqueños: Carmen Alicia Cadilla y Mario Cox. Sus recitales poéticos
tenían por escenario el teatro “La
Progresista”, y llegaron a La Vega debido a gestiones realizadas por
integrantes de una agrupación vegana denominada “Los Nuevos”.
En
los recitales ofrecidos por Cadilla y Cox, actuaron además, dos destacados
poetas veganos de la época: Rubén Suro y Luis Manuel Despradel. Cox ofrecía su
primer recital de poesía negra en el país, y La Vega tuvo el privilegio de ser
escenario de su primera presentación. En su repertorio, Cox incluyó poemas,
tales como: “Son de máquina”, de
Antonio de la Puente, “Romance de la niña
negra” de Nicolás Guillén; “El Dios
de la pobreza” de Rubén Suro y “¡Oh,
Dios de los blancos!” de Guillermo Zendegui, entre otros.
La
presentación del Ruiseñor Dominicano, en La Vega, en los salones del Casino
Central, Inc., fue un espectáculo magnífico. Toda la sociedad vegana acudió a
su respaldo, que incluyó a las autoridades civiles, militares y religiosas de
entonces: Lic. Juan José Sánchez, Procurador de la Corte de Apelación; Elías
Brache Viñas, Gobernador; Monseñor Felipe E. Sanabia, Obispo de La Vega, entre
otros.
El
doctor Guido Despradel Batista (1909-1959), prestigioso médico vegano,
antropólogo, historiador, músico, periodista y político entonces presidente de
la entidad cultural “Amor al Estudio”,
dio las palabras de bienvenida y presentó al Ruiseñor Dominicano a la sociedad
vegana, para su concierto. Echevarría Lazala, en la flauta, estuvo acompañado
por el profesor Pedro Echenique B., en el piano; por los flautistas veganos,
doctores Mario E. Morillo, Guido Despradel Batista y Gustavo Ceara; y al piano
también, por Enriquillo Sánchez.
Entre
las piezas musicales presentadas por Echevarría Lazala a la concurrencia, la
noche del jueves 16 de septiembre de 1940, figuraron: “Como un sueño”; el vals “Ilaila”;
el Concierto de Kuhlau a cuatro flautas; “Gugú”,
entre otras. El periódico santiagués “La
Nación” reseñó aquel inolvidable concierto de Pepé Echevarría Lazala para
la sociedad vegana, con estas emotivas palabras: “Tuvo efecto en los salones del Casino Central, Inc., el primer centro
social de esta localidad, el anunciado concierto de don Pedro Echevarría
Lazala, Ruiseñor Dominicano, dedicado a la sociedad vegana…”. Al término de
cada pieza musical, dice el citado periódico santiagués, “la concurrencia tributó aplausos” en aquel inolvidable concierto,
a Pepé Echevarría Lazala y acompañantes.
Casi
dos años después de su presentación en La Vega, se funda en Santo Domingo, en
1942, el Conservatorio Nacional de Música al que se integra como profesor Pepé
Echevarría Lazala. Allí enseña a los jóvenes a tocar flauta y a solfear por más
de una década. La presencia de Pepé en los escenarios criollos tras la desaparición
física de Trujillo es casi nula.
“El 29 de agosto de 1967, en la
ciudad de Santo Domingo, falleció el ejemplar músico, dejándole a la
posteridad, además de sus buenas enseñanzas y magníficas interpretaciones, una
serie de canciones populares de la que se recuerdan su HIMNO A LA VERDAD y LA
CASITA”, indica Gómez Sotolongo.
Pedro
Echevarría Lazala, Pepé, dejó huellas profundas en la cultura dominicana, y
sobre todo, en la música, por su talento y nobleza incomparable. Bien lo dijo
José Martí, el Apóstol cubano: “La ley
del talento como la de la dicha verdadera, es el desinterés”.
Santiago de los Caballeros
23 de septiembre de 2013.
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