Por Jesús Méndez
Jiminián
“No te preguntes qué
puede hacer tu país por ti, sino qué puedes hacer tú por tu país”. ~ John F. Kennedy en su
discurso inaugural como Presidente de E.U., 21 de enero 1961.
A Juan Emilio Bosch
Gaviño
El
Teatro Ford en Washington, D.C., fue el escenario del asesinato del Presidente
Abraham Lincoln la noche del viernes santo, 14 de abril de 1865. “Cinco días después de concluir la Guerra
Civil de los Estados Unidos, el Presidente Lincoln asistió con su esposa y una
pareja de amigos a una presentación de una comedia…” titulada “Our American Cousin”, o sea, “Nuestro Señor Primo de los Estados Unidos”
de Tom Taylor.
El
edificio donde se encuentra el Teatro Ford fue, en principio, propiedad de John
Ford, y abrió sus puertas como tal en 1863, con unos 2,500 asientos para los espectadores.
“Después del asesinato de Lincoln, fue
cerrado por el Gobierno Federal. El Departamento de Guerra le alquiló a Ford el
edificio un año más tarde. En 1932, se abrió como Museo Lincoln y, a mediados
de la década de 1960, empezaron los trabajos de restauración. El Teatro Ford
volvió a abrirse como monumento y escenario en 1968. La Casa Petersen, donde
Lincoln murió, está al otro lado de la calle; sus tres pisos están abiertos al público”.
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El autor en el Teatro Ford. Washington, D.C. |
En
el año 2009, el edificio del Teatro Ford fue restaurado completamente por el
Gobierno Federal, con una inversión de unos 25 millones de dólares. Después de
un proceso de restauración de 18 meses abrió de nuevo sus puertas para
celebrar, el 11 de febrero de 2009, el Bicentenario del Natalicio de Lincoln. “(…) El Presidente estadounidense, Barack
Obama, asistió al estreno y retomó uno de sus credos de campaña, declarando:
‘pese a todo lo que nos divide, el Norte, el Sur, los blancos, los negros,
Lincoln tenía la convicción inquebrantable de que nosotros somos, en nuestros
corazones, un país y un pueblo’”.
En
el Teatro Ford hoy día
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En la estatua de bronce de Lincoln y su caballo. |
se exhibe el abrigo que llevaba Lincoln el día de su
asesinato, aquel fatídico 14 de abril de 1865. Desde que fue elegido Presidente
número 16 de los Estados Unidos, hasta el día de hoy, sobre la figura de
Abraham Lincoln, se han escritos más de 10 mil libros. Vale decir, ¡un libro
por semana! Lincoln ha sido evocado más que todos los presidentes de los
Estados Unidos juntos. ¡Sólo la figura de Jesús de Nazareth lo supera! Eso pude
verlo al frente del Teatro Ford, donde se venden objetos y souveniles de
Lincoln. ¡Aquella gigantesca montaña de libros luce imponente!
Hoy
día, “De todos los presidentes en la
historia de los Estados Unidos, Abraham Lincoln es probablemente a quien los
estadounidenses recuerden mejor y con más profundo afecto (…) aportó una
honestidad e integridad nueva a la Casa Blanca. Siempre será recordado como “el
honesto Abe”. Sobre todo, se le asocia con la abolición final de la esclavitud.
Lincoln llegó a ser el símbolo virtual del sueño americano en el que una
persona ordinaria, de origen humilde, puede alcanzar la cúspide de la sociedad
al convertirse en Presidente del país”.
El
pasado 22 de agosto asistí al Teatro Ford, para una vez más testimoniar mi
admiración y respeto al Presidente Abraham Lincoln.
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Abraham Lincoln. 1809-1809. |
En toda su vida,
Abraham Lincoln sólo pudo asistir “por un
total de un año” a la escuela. Eso nos dijo ante el asombro de todos, uno
de los guías que durante su intervención con un grupo de visitantes, nos daba a
conocer los distintos rincones de la Casa de campo de Lincoln, en Washington,
D.C., y nos hablaba de su colosal figura. La madre de Lincoln, Nancy Hancks
Lincoln, se ha sabido, influyó mucho en él en su búsqueda de conocimientos,
pese a que ella no sabía leer ni escribir.
Nancy, la madre, murió
cuando Lincoln tenía tan sólo nueve años. Siendo adolescente, Lincoln trabajó
como dependiente en un almacén, y allí notó que a la gente le gustaba escuchar
las historias que él contaba. Incluso, se dice, que muchos clientes acudían a
comprar productos al almacén cuando sabían que Lincoln estaba ahí.
Lincoln hizo grandes
esfuerzos por adquirir conocimientos a través de la lectura. Era un lector
apasionado y voraz. Su padre se casó
nuevamente y, después de la familia haber vivido un tiempo en Kentucky,
finalmente se mudaron y se establecieron en Springfield, Illinois, donde
Lincoln dio muestras de facilidad para la oratoria, logrando más tarde entrar
en el campo de la política y el derecho. “En
1834 fue electo para la Casa de Representantes y empezó a estudiar para
convertirse en abogado”.
Pocos años después, en
1839, Lincoln conoció a su futura esposa Mary Todd. “Como coincidencia, ella había nacido también en Kentucky y su familia
se acababa de mudar a Illinois. Tuvieron
un largo e irregular cortejo… Finalmente se casaron en la casa de Mary en
noviembre de 1842. Abraham Lincoln inició lo que sería un largo camino para
convertirse en el Presidente número 16 de los Estados Unidos”.
Lincoln fue reelecto
para un segundo periodo en noviembre de 1864. Inició este mandato presidencial en
momentos muy difíciles para los Estados Unidos; la Guerra de Secesión entraba
en su etapa más crucial. A inicios de 1865 se produjo la rendición del valeroso
militar sureño, que comandaba las tropas confederadas, General Robert E. Lee. Y
poco después Grant entraba victorioso a Washington.
Como señalamos
anteriormente, cuando se produjo el asesinato de Lincoln la guerra
norteamericana tenía apenas unos cinco días que había terminado, y muchas
heridas quedaban entre los bandos que en ella participaron. Horas antes de su
muerte, “Lincoln había dado un largo
paseo en coche en la tarde con su esposa. Ésta observó…, que su marido se había
mostrado muy alegre, con una alegría que le faltaba desde hacía años (…). Había
paz. Victoria. Unión. Libertad. Esa tarde Lincoln conversó con Mary de lo que harían
cuando abandonaran la Casa Blanca, al terminar su segundo periodo (…), se tomaría
un largo descanso en Europa o en California; luego volverían, él instalaría
quizás un estudio en Chicago o regresaría a Springfield y se pasaría el resto
de sus días paseándose a caballo por aquel circuito de la pradera… Algunos de
sus viejos amigos de Illinois habían visitado esa misma tarde la Casa Blanca y,
dada la alegre exaltación de Lincoln al contar anécdotas, a su mujer le costó
mucho trabajo llevárselo a cenar”.
A lo que anteriormente
anotamos, hay que agregar, que la noche anterior, es decir, el 13 de abril de
1865, Lincoln había tenido un sueño extraño; y esa mañana, o sea, el 14 de
abril lo narró en una reunión a los miembros de su gabinete, aunque ya se lo
había contado a su esposa de esta forma:
“Yo
estaba en un barco raro e indescriptible – dijo –. Un barco que se movía con
gran rapidez hacia una playa oscura y borrosa. He tenido ese extraordinario
sueño en vísperas de grandes acontecimientos, de victorias. Lo tuve en vísperas
de Antietam, de Stone River, de Gettysburg, de Vicksburg”. (p. 287, en “Lincoln, el desconocido” de Dale Carnegie).
“El Presidente – anota Carnegie – creía que aquel
sueño era un buen augurio, que presagiaba excelentes nuevas, que se avecinaba
algo hermoso”. (p. 288, ob.
cit.).
Aquel relato angustió a la esposa de Lincoln. Aunque
se ha observado que algunos biógrafos de Lincoln también se han referido a otro
sueño. Pero, “Pese a estas probables
premoniciones”, lo cierto, y que sepamos nosotros es, que “Lincoln subió al coche presidencial a las 8
(de la noche del 14 de abril de 1865, n. de j.m.j.) ordenándole al auriga (o
sea, al cochero, n. de j.m.j.) que pasara por el domicilio del senador Harris.
La hija de éste subió al carruaje, junto con su prometido, el mayor Rathburn, y
a las 8:30 todos entraron en el teatro, ya abarrotado de un público que los
aclamó largo rato”. (p. 177, en “Abraham
Lincoln. Grandes Biografías” de Francisco Luis Cardona Castro, Edimat
Libros, S.A., Madrid).
“Ya
en el teatro, después de las salutaciones de rigor, Lincoln se acomodó en el
sillón dispuesto de antemano por su asesino, y Mary Todd en el suyo, muy
orgullosa ante el recibimiento del público. Clara Harris se instaló en la
esquina opuesta del palco, y el mayor Rathburn en el sofá, bastante más atrás”. (p. 178, ob. cit.).
Han habido algunos biógrafos de Lincoln, que apuntan,
que él llegó al teatro minutos después de iniciada la función de “Nuestro Señor Primo de los Estados Unidos”;
pero, esto no es cierto. “La función
estaba a punto de comenzar… cuando (ya estando Lincoln en el teatro, n. de
j.m.j.) se escuchó el himno de los Estados Unidos y establecido
el silencio en la sala, empezó la función”. (Ibid). Lincoln era un
apasionado de las obras de teatro.
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Pistola utilizada para asesinar a Lincoln. |
Incluso,
“John Wilkes Booth se hallaba ya en algún
rincón del local, preparando su pistola de cañón corto… Cuando en la segunda
escena del primer acto, al aproximarse John Wilkes al palco, le detuvo el
acomodador, él, con el aplomo de un actor consumado (como en realidad lo era,
n. de j.m.j.,), alegó que era senador y que el Presidente le había invitado
(…). Otros biógrafos pretenden que el asesino mostró una tarjeta al acomodador
y le explicó que tenía que darle una noticia al Presidente, pero la verdad más creíble
– dice Cardona Castro – es la que el criminal se presentara como senador, pues
de otro modo es difícil que se le hubiera franqueado la entrada al palco”. (Ibid).
“Sea
como fuere – apunta Cardona Castro –, el asesino continuó sin titubear y al
llegar al palco encontró al mayor Rathburn, el cual, bastante asombrado le
preguntó en voz baja si se había extraviado. John Wilkes, en vez de verse
perdido, sabiendo que no podía retroceder, empujó al mayor, al mismo tiempo que
disparó a bocajarro con la mano izquierda contra la cabeza de Abraham Lincoln,
que en aquellos instantes, divertido por la situación de la comedia, había
lanzado una carcajada. Lincoln alcanzado en la nuca, se hundió en el sillón,
mientras el mayor Rathburn se abalanzaba contra el asesino, recibiendo una
puñalada en el pecho.
El
pánico se adueñó del Teatro Ford en aquellos instantes. Pero, antes se pensó
que el disparo era parte de la comedia. La pistola utilizada por John Wilkes
fue una “Derringer calibre 44”, que hoy se conserva en el Teatro Ford. Al
dispararle a Lincoln, John Wilkes se tiró al escenario desde más de 3m. de alto,
y “se enganchó una de las espuelas que llevaba con la bandera colgada sobre el
palco, y al caer se fracturó el extremo distal del peroné derecho, lo que no le
impidió atravesar el escenario y salir por su parte lateral gritando: “Sic
semper tyrannis” (“así siempre a los tiranos”)”.
John Wilkes Booth tenía
entonces 26 años de edad. Era simpatizante de los rebeldes secesionistas del Sur,
y había planeado el secuestro de Lincoln anteriormente, en un plan que le
fracasó con otros compañeros.
El primer médico que
atendió a Lincoln una vez herido mortalmente, en el Teatro Ford, fue el
cirujano del Ejército, Dr. Charles Leale, quien logró abrirse camino hasta el
sillón donde estaba el Presidente. “Comencé
a examinar su cabeza – dijo Leale tiempo después –… y pronto palpé con mis
dedos una gran marca de sangre situada como a una pulgada por debajo de la
curva superior que forma el hueso occipital”.
Y agregó el doctor
Leale: “Aparté fácilmente el coágulo y
pude palpar perfectamente con mi dedo meñique de la mano izquierda el agujero
que había perforado la bala de su cráneo”. Este testimonio del doctor Leale
había “permanecido oculto en una caja
durante 147 años, hasta que la investigadora de los Archivos de Abraham
Lincoln, Helena Iles Papaioannou, repasó en las líneas del informe entre la
correspondencia general de los cirujanos de EE.UU. fechada en abril del 1864
escribió Julio Martín Alarcón, en un artículo titulado “El primer médico que
atendió a Abraham Lincoln tras el atentado”, y puede leerse en la página web
“La aventura de la Historia””.
El doctor Leale, era
uno de los espectadores en el Teatro Ford de la comedia que Lincoln y su esposa
presenciaban aquella fatídica noche del 14 de abril de 1865, y estaba sentado a
pocos metros del Presidente. Los médicos especialistas, en cirugía, han estado
debatiendo hoy día en los Estados Unidos, si Lincoln pudo haber sobrevivido, de
acuerdo a los avances de la medicina moderna a aquella herida mortal.
“La
bala disparada por Booth atravesó la cabeza de Lincoln por debajo de la oreja
izquierda, cruzando en diagonal el cerebro, y se alojaba a media pulgada del
ojo derecho. Un hombre de menos vitalidad – se ha observado – habría sido
abatido de inmediato, pero Lincoln sobrevivió nueve horas, gimiendo sordamente”. (p. 292, “Lincoln, el desconocido”…).
Luego de que John
Wilkes Booth lograra escapar de forma espectacular de aquel escenario, en el
Teatro Ford, y tras los gritos del Mayor Rathburn en medio del asombro de
todos, de: ¡Detengan a ese hombre! ¡Ha matado al Presidente! Instantes después
Cuatro soldados levantaron el cuerpo de Lincoln, que era “largo y laxo”… la sangre de aquella herida fatal dejaban huellas
tras su traslado a una pensión barata, la de un carpintero de apellido
Peterson, frente al Teatro Ford. Algunas personas – se cuenta –, “se arrodillaban para mojar sus pañuelos en
aquella sangre, pañuelos que conservarían como una reliquia y que…, legarían
como inestable herencia (…)”. (p. 289, ob. cit.).
“La
noticia de la tragedia recorrió Washington con el ímpetu de un ciclón (…) a la
misma hora del ataque a Lincoln, el ministro Seward había sido apuñaleado en la
cama y no se esperaba que sobreviviese. De estos hechos luctuosos surgieron en
la noche rumores horribles, como una sucesión de relámpagos: el vicepresidente
Johnson había sido asesinado. Stanton (el ministro de Guerra, n. de j.m.j.)
había sido asesinado. Grant muerto de un tiro”. (p. 290, ob. cit.). Pero, todo esto último eran solo
rumores.
El ministro de Guerra
Stanton, ante aquellas difíciles circunstancias asumió las riendas del poder
político, dada la situación de embriaguez en que se hallaba, postrado en cama en
su casa, el vicepresidente Johnson.
“Durante
las largas horas de la lucha con la muerte, el doctor Leale… permaneció sentado
junto a la cabecera del Presidente, teniéndole la mano”. (p. 293, ob. cit.).
En su obra “Presidente Lincoln”,
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Casa de campo de Lincoln en Washington, D.C. |
uno de los grandes
biógrafos de Lincoln, William Lee Miller ha señalado, que eran las 7:22 a.m. de
la mañana del 15 de abril de 1865, cuando se produjo el deceso del décimo –
sexto Presidente norteamericano Abraham Lincoln. El doctor Leale, quien estuvo
todo el tiempo a su lado, “juntó los
brazos sin pulso de Lincoln, puso monedas de medio dólar sobre sus parpados
mantenerlos cerrados y le ató la mandíbula con un pañuelo. Un sacerdote rogó
una plegaria. Una fría lluvia azotaba el tejado. El general Barnes cubrió con
una sabana el rostro del difunto Presidente, y Stanton… lloraba…” la muerte
horrible de aquel gigante de la Historia, que nació entre los pobres y fue
siempre honesto y gentil. Lincoln moría en un lecho extraño, el de un
carpintero, como lo fue también su padre. ¿Quién diría, que Lincoln
supervigilado en la Casa Blanca, y en su Casa de Campo en Washington, en cuyos
jardines permanecían vigilantes de su seguridad que eran cientos de soldados,
iba a morir tan fácilmente en manos de un actor mediocre, fanático del Sur en
la guerra civil?
“El
Presidente asesinado fue enterrado como en los tiempos antiguos se enterraba a
los grandes reyes. Se emprendió un largo viaje, para llevar el cadáver de
Lincoln hasta su ciudad natal. Fueron innumerables las personas que desfilaron
ante el féretro antes que fuera depositado en la fosa del pequeño cementerio de
Springfield”. (p. 179, en “Abraham Lincoln…”), ciudad que tuve la
dicha de visitar en el verano del 2011.
“El
vicepresidente Johnson sucedió a Lincoln y la vida continuó con toda normalidad
en Estados Unidos – ha dicho Cardona Castro –. Pero jamás ha sido olvidada la
personalidad de aquel hijo de un carpintero convertido en granjero, que primero
fue abogado y después Presidente de los Estados Unidos”. (p. 181, ob. cit.).
José Martí, que apenas tenía
12 años de edad, y era estudiante en La Habana, Cuba, se ha dicho, que al
enterarse del asesinato de Abraham Lincoln, “llevó
por siete días un brazalete negro en señal de luto por la muerte del hombre que
declaró la abolición de la esclavitud” en Norteamérica.
La Vega, Rep.
Dominicana
25 de
septiembre, 2013.