Por Luis Armando Cordero
Desde Santiago de Chile, el 11 de agosto de 1895 nuestro Eugenio María de Hostos le escribía una carta al General dominicano Gregorio Luperón donde le decía:
“Para mí, que amo tanto a Santo Domingo como a mi propia Borinquen, y que probablemente la elegiré, como patria nativa de la mayor parte de mis hijos, para residencia final y sepultura, empezar por la libertad de Quisqueya es tan natural, que no hago, con pensarlo y desearlo, más que un acto de egoísmo paternal”
E. M. Hostos.
Santiago de Chile, 11/6/1995
Ocho años después se hizo realidad esta profecía de Hostos quien falleció, a los 64 años, el 12 de agosto de 1903 estando en República Dominicana.
La mencionada carta completa de Hostos al General Gregorio Luperón cita de la siguiente manera:
Señor general Gregorio Luperón,
Saint Thomas.
Querido general y amigo:
¿Por qué no toma usted en la dirección del movimiento de las Antillas que Cuba ha vuelto a iniciar, la parte que legítimamente le corresponde como uno de los libertadores americanos?
De usted, probablemente, dependería la constitución de un centro directivo que, de acuerdo con el Comité Revolucionario de Cuba y Puerto Rico en Nueva York o Cayo Hueso, reuniera, organizara y de ahí encaminara las fuerzas y recursos revolucionarios de Santo Domingo y Puerto Rico, y de la emigración cubana en Puerto Plata y en las islas y tierras circunvecinas.
Si no me engaño, ha sonado la hora de un movimiento general, y es necesario, o secundarlo, o producirlo, a fin: primero, de libertar a Santo Domingo e independizar a Cuba y Puerto Rico; segundo, de combatir la influencia anexionista; tercero, de propagar la idea de la Confederación de las Antillas.
Es indudable que el paso previo es la liberación de la República Dominicana, que, una vez libertada de su actual ignominia, y sujeta al régimen político, económico y administrativo que ya hubiera podido asegurar su desarrollo, prosperidad e influencia, si hubiera oído a quienes sabían lo que pensaban, sentían y decían, sería el centro natural y fecundo de reunión, concepción, acción y ejecución de los planes que los antillanos ganosos de asegurar el porvenir de las Antillas pudieran formar.
Para mí, que amo tanto a Santo Domingo como a mi propia Borinquen, y que probablemente la elegiré, como patria nativa de la mayor parte de mis hijos, para residencia final y sepultura, empezar por la libertad de Quisqueya es tan natural, que no hago, con pensarlo y desearlo, más que un acto de egoísmo paternal; pero, en el fondo de las cosas, es tan esencial la libertad de Quisqueya para la Independencia en Cuba y Puerto Rico, que si acaso la de Cuba sobreviene sin ella, lo que es la de Puerto Rico y la Confederación, no.
Pues bien: si se organiza sobre estas sólidas ideas un centro de acción que pueda decir a estos pueblos, por medio de delegados ad hoc, lo que ha de ser el resultado de la revolución de las Antillas, tal vez conseguiríamos de ellos, no sólo para Cuba, sino para ustedes y nosotros, los quisqueyanos y borincanos, la ayuda material y moral que, de otro modo, no prestarán.
Piense en esto, mi querido amigo, y cuente con los esfuerzos de su siempre amigo
E. M. Hostos
Fuentes:
1). Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes
2). Foto de Google
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