Por Jesús Méndez Jiminián
“En tu vida hay
la serena austeridad de Sócrates; en tu enseñanza hay de la doctrina amable de
Jesús. En tu alma floreció la justicia, la verdad y el deber (…). Tus
discípulos han recogido y conservarán esas flores de tu espíritu para impregnar
con ellas el ambiente escolar y el ambiente social dominicano.” ~ Luisa Ozema Pellerano ante la tumba
del venerable maestro Eugenio M. de Hostos.
Cuando Eugenio María de Hostos y Bonilla (1839-1903) vino al mundo,
hacía tan sólo un año que Duarte había concebido la fundación de la República
Dominicana a través de la creación de su instrumento político, la sociedad
patriótica La Trinitaria. Hostos al igual que Duarte nacieron en el mismo mes:
enero. Ambos eran hijos de españoles, aunque frente a España, los dos, tuvieron
‘’discrepancias en ideas y sentimientos’’
tal y como anota Félix García Sarmiento en ‘’El Evangelio Vivo de Hostos’’, p.102.
Tanto Duarte como Hostos estuvieron en España; aunque en fechas
diferentes y, uno y otro, sintieron el peso de la opresión de una monarquía
despótica. Incluso, Hostos tomó ‘’parte
activa en el movimiento político’’, que buscó el derrocamiento de Isabel II
y, procuraba, además, un cambio en la Corte por la República vinculándose con
españoles progresistas como Emilio Castelar, Manuel Ruíz Zorrilla, entre otros.
Así que, Duarte y Hostos por sus ideas políticas revolucionarias, y por sus
luchas sin tregua contra la dominación de su Patria, estuvieron en el amargo,
duro y prolongado exilio siendo radicales con sus principios y objetivos.
No hay mancha alguna en las trayectorias revolucionarias de Duarte y
de Hostos. No existe en la vida de ambos patriotas antillanos ningún ápice por
el que pueda arrepentirse ayer, hoy y mañana ciudadano alguno de Nuestra
América morena, mestiza, blanca e indígena, que tiene con ellos una enorme
deuda política, social, moral y ética la cual no hay forma de retribuirle.
Si uno de los principios fundamentales enarbolados por Eugenio María
de Hostos, fue el de la ‘’Unidad
Antillana’’, no hay duda alguna de que cuando Duarte y los Trinitarios fundaron la República
Dominicana, en 1844, y los restauradores dominicanos proclamaron nueva vez la
República en 1863, en poco tiempo comenzaba a gestarse el movimiento de la
liberación de Cuba y Puerto Rico contra
el coloniaje español. En Puerto Rico, el 23 de septiembre de 1868 con el ‘’Grito de Lares’’ encabezado por Betances
y otros patriotas; y en el caso de Cuba, pocos días después, el 10 de Octubre,
con el ‘’Grito de Yara’’ bajo el
liderazgo indiscutible de Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria cubana.
Nótese, que ambos acontecimientos revolucionarios y patrióticos
estremecen a las Antillas, y se convierten en una ardiente llama de lucha para
ambos pueblos desde tierras dominicanas también, pese a que aquí comenzaríamos a
vivir los fatídicos Seis Años de Buenaventura Báez. Y aunque al momento de
producirse estos acontecimientos políticos y sociales en el Caribe, Duarte
estaba alejado por razones conocidas, Hostos cogía con sus manos y levantaba
con gallardía la antorcha de la revolución antillana, y desde Madrid en octubre
de 1868 proclamaba: ‘’Revolucionario seré en la Península; como
debe serlo quien sabe que la revolución es el estado permanente de las
sociedades, quien no puede ocultarse del movimiento, sin tener la necesaria
propensión de las ideas a realizarse’’. (pp.15-16, en ‘’Eugenio María de Hostos. América: la lucha
por la libertad’’.).
Así que, Hostos, desde España se proclamaba a sí mismo revolucionario,
independentista, abolicionista y antillanista. Tomaba con fervor patriótico
para sí la bandera de lucha que enarboló Duarte para indicar el derrotero de
los pueblos antillanos, y lo expresaba con estas palabras: ‘’Las Antillas no viven, languidecen, como
languidecía la tenebrosa España de Isabel de Borbón’’. (p.16).
Pero, ¿acaso no languidecíamos también los dominicanos, que en esos
años apenas habíamos salido de la tutela de España?
¿SACUDIÓ A HOSTOS EL PATRIOTISMO DE DUARTE?
El año de 1863 es decisivo en la radicalización de las ideas
revolucionarias de Hostos contra España y su sistema de opresión y dominación
en el Caribe. Ese mismo año, tal reafirmación lleva a Hostos a publicar, en
Madrid, su primer libro, ‘’La
peregrinación de Bayoán’’, del que luego dirá que se convirtió en él, en ‘’un grito sofocado de independencia por
donde empecé mi vida pública…’’.
Precisamente, en ‘’La Peregrinación de Bayoán’’ se
encuentra la primera chispa hostosiana de la unidad antillana. Pues, ‘’En los personajes de La Peregrinación de
Bayoán, se encuentran las tres Antillas. Bayoán, es el primer indígena que dudó
de la inmortalidad de los españoles (…) el indio que dudó, no puede ser más representativo de las cualidades…‘’ de Hostos:
idealista, moralista, tímido, pero que busca la gloria. ‘’La República Dominicana – la patria fundada por Duarte, n. de j.m.j. –
aparece en la obra en el personaje de Guarionex, el cacique más poderoso de La
Española, primer territorio colonizado por España, nación a la cual el Hostos
maduro dará una Escuela Normal y el Hostos moribundo entregará sus restos’’. (p.XVIII,
de Manuel Maldonado – Denis en ‘’ Eugenio María de Hostos. América: la lucha…).
Antonio Pedreira, uno de los principales biógrafos de Hostos, dice,
que fue ‘’La peregrinación de Bayoán’’ la
puerta por la que el insigne puertorriqueño ‘’entra a la vida de combate que no había de abandonar hasta la muerte’.’
(p. XVI, citando a Pedreira en ‘’Eugenio María de Hostos: educador
puertorriqueño en Chile’’ de Sonia Ruíz Pérez).
Hostos, en 1863, además, entra a formar parte como miembro, en la
capital española, de la Sociedad Abolicionista de la Esclavitud; y en 1865,
ingresa al Ateneo de Madrid, donde el sábado 20 de diciembre de 1868 anuncia a
todos los presentes allí sus convicciones político – revolucionarias, con las
que se iría a la tumba en Santo Domingo el 11 de agosto de 1903: la Federación
Antillana.
‘’Yo creo, tan firmemente como
quiero – dijo en la ocasión -, que la independencia de Cuba y Puerto Rico ha de
servir, debe servir, pude servir al porvenir de la América Latina’’.
Explicaba también a los presentes en aquel memorable encuentro, los
propósitos y alcance de sus ideas revolucionarias. Para decirlo en sus propias
palabras, a partir de tales planteamientos, él se dijo: ‘’ Yo tengo esa autoridad…’’.
A partir de estos hechos,
Hostos se convertirá en peregrino permanente por toda América. A cada pueblo
visitado le transmitirá su mensaje de lucha revolucionaria. ‘’Hacia el 1871 –
tras una breve instancia en París y Nueva York, n. de j.m.j. - … partirá hacia
la América del Sur en su primer peregrinaje por tierras sudamericanas actuando
como portavoz de la lucha por la independencia de Cuba y de Puerto Rico. Su
periplo lo llevará a Colombia, Perú, Chile, la República Dominicana y Brasil’’.
(p.16,
en ‘’América: la lucha por la
esclavitud’’).
¿POR QUÉ HOSTOS SE ESTABLECE EN SANTO DOMINGO?
Antes de Hostos ausentarse con sus ideas y su gran proyecto
revolucionario de Santo Domingo, había estado en Chile donde en poco tiempo
había ganado un buen prestigio académico y unos amoríos que no le serían fácil
dejar atrás. Pero con todo y esto llegó la hora de decirle adiós a Chile, en
septiembre de 1873; y tras esta salida, visita Argentina y Brasil, lugar este
último donde sus ideas independentistas fueron vistas con cierta indiferencia.
Pasa a Nueva York y desde allí finalmente se asienta en Santo Domingo. A Puerto
Plata llega el peregrino donde, según apunta Emilio Rodríguez Demorizi en su ‘’Hostos y Luperón’’, veía ‘’indudablemente, el único punto de apoyo en
que podía afirmarse su pensamiento político: la libertad de Cuba y Puerto Rico,
la anhelada Confederación de las Antillas’’. (p.17, en ‘’Hostos y Luperón’’ de E. Rodríguez Demorizi).
‘’La llegada de Hostos – dice
Rodríguez Demorizi – fue un acontecimiento en aquella sociedad en que se
debatían, por medio de la prensa y la tribuna, con desusado ardor, los
intereses más opuestos: los luperonistas contra baecistas; y cubanos,
puertorriqueños y dominicanos contra el régimen colonial de España en las
Antillas’’. (p.19).
Pero algo más le atrae a Hostos a Puerto Plata. Cubanos y
puertorriqueños salidos de sus tierras por la guerra y la anexión le llaman; ‘’y los dominicanos… le protegen. Entre esas
voces no faltará, seguramente, la de Luperón’’. (Ibid).
En Puerto Plata, ‘’luego de un
año de intensa actividad revolucionaria
bajo vigilancia cada vez más estricta de las autoridades españolas, funda en
mayo de 1876 La Educadora, sociedad – escuela de carácter doctrinario destinada
a la difusión del pensamiento moral y social dirigido a armonizar los intereses
generales de las tres Antillas hermanas’’. (p. XX-XXI, en América: la lucha…’’).
La Educadora como proyecto educativo, lo concibió Hostos el 5 de marzo
de 1876 en unión con Luperón y los esposos García – Godoy, cubanos emigrados,
residentes en Puerto Plata. A través de La Educadora, Hostos y sus socios –
amigos, pretendían ‘’educar al pueblo’’. Eran
los días del gobierno patriótico y civilista de don Ulises Francisco Espaillat
(29 de abril 1876 – 5 de octubre, 1876), que contaba con el apoyo de Luperón y
del Partido Azul.
A la par con este proyecto educativo, Hostos estaba integrado a la
llamada Liga de la Paz, de la cual Luperón era su presidente; pero, además, Hostos
formaba parte del Club Cubano de Puerto
Plata; y por esos tiempos había fundado y dirigido dos medios de comunicación
de cierto arraigo: ‘’Las tres Antillas’’
y ‘’Los Antillanos’’ (en julio y agosto de 1875, respectivamente), que en
ese breve tiempo fueron clausurados por el régimen de Ignacio Ma. González).
Tras la salida de Espaillat del poder, Hostos se ausenta por tres años
del país no sin antes enfrentar, junto a Luperón, a sus detractores políticos.
Luperón es apresado en Puerto Plata por esbirros de González el 23 de enero de
1876, día que luego recordaría como ‘’memorable
en la historia de Puerto Plata’’.
Ante tales circunstancias, Hostos se pronuncia con energía, en
documento del que más tarde el héroe restaurador diría en sus ‘’Notas Autobiográficas’’, que fue ‘’la expresión de la más avanzada doctrina
Constitucionalista, y en el cual se defiende el ideal de libertad antillano’’. (p.
250, tomo II).
En uno de sus párrafos de una carta que días después redactara
Luperón, con fecha 11 de febrero de 1876, puede leerse lo siguiente, al
entonces Ministro del Interior, Pedro Tomás Garrido: ‘’De la acechanza del 23 de Enero, saqué incólume mi existencia y mi
derecho; pero saqué gravemente lastimada mi confianza en la dignidad humana y
en inviolabilidad del derecho contra la fuerza. Por contar con ella, o por
creer que podía contar con ella, los hombres a los que había yo tratado de ser
útil se desconceptuaban ante mi conciencia y la del mundo; por contar con la
fuerza o por creer que podían contar con ella, ya la mil veces pisoteada
Constitución, se violaba con todas sus garantías individuales contra mi’’. (p.266,
tomo II).
Apunta Rufino Martínez en sus palabras introductorias a las ‘’Notas Autobiográficas’’ de Luperón, que
por aquellos días, en Puerto Plata, ‘’…vivieron
con más libertad de expresión en su propio suelo, Eugenio M. de Hostos, Ramón
Emeterio Betances, Antonio Maceo, José Maceo, Francisco Borrero y una multitud
de sus coterráneos’’. (p. 20, tomo I).
‘’Tres largos años de dura ausencia
de Hostos. Durante ella nada ha de temer el peregrino; ni desazones ni miseria.
La mano protectora de Luperón se extiende hasta él, a través de mares y
montañas’’. (p.26-27, en ‘’Hostos y
Luperón’’).
‘’Efectivamente en dominicana se había suscitado
un ‘’cambio horrendo’’, desde julio
las fuerzas retardatarias iniciaron conatos armados tratando de derrocar
el régimen. Grupos al servicio de Buenaventura Báez y de Ignacio María González
se confabulaban para incrementar la oposición armada, que tras sembrar la
incertidumbre en todo el territorio nacional, finalizó con la renuncia de
Espaillat’’. (p.27, en ‘’ Hostos en el
perímetro dominicano, Santiago Castro V.). Desde Saint – Thomas, le dice
Luperón a Hostos, en abril de 1878: ‘’Acuérdense
siempre y no lo olvide, que hay en República Dominicana un pueblo que se llama
Puerto Plata, donde usted no dejó un enemigo y todos lo quieren y lo admiran’’.
(p.29, ibid).
De Puerto Rico, en 1878, al ser enterado del derrocamiento de Báez,
Hostos regresa nuevamente a Santo Domingo, para dar inicio a una de ‘’las más fecundas labores educativas que
registra la historia de América Latina y el Caribe’’: (p.20, en ‘’Eugenio Ma. de
Hostos, América: la lucha por la libertad).
‘’Al escolasticismo
dogmático opondrá Hostos el método científico de investigación positiivista’’ (p.20, ibid). A
partir de ahí empieza su titánica labor
de formar una legión de maestros para continuar educando al pueblo dominicano.
Duarte casi cuarenta años atrás se apoyaría en La Trinitaria para educar a sus
discípulos.
Empezaría a partir de aquí la segunda estancia de Hostos en Santo
Domingo. Seguramente que en su estadía, él obtendría informaciones de Duarte;
de su ardiente sacrificio, como él lo llevaba también, por independizar a su
patria; y de su calvario por tierras
extranjeras. Acaso, ¿no pasaba Hostos también por esos amargos y difíciles momentos
que vivió Duarte?.
DUARTE EN HOSTOS
Cuando Hostos escribió para la ‘’Revista
Científica’’ de Santo Domingo, el 25 de febrero de 1884, en su número 31,
su trabajo ‘’Duarte y Sánchez como
ejemplo del patriotismo infortunado’’, develó los más puros sentimientos
patrióticos que él tenía para la figura ilustre de Duarte, al que definió como
‘’hombre de pensamiento y organización’’.
Se veía, sin duda alguna, Hostos en aquel coloso antillano del que, además,
señaló que otra de sus cualidades más sobresalientes era ‘’el sentimiento de su deber patriótico’’.
Duarte, según palabras del insigne patriota puertorriqueño, es el
apóstol que no encontró en su vida más que ‘’obstáculos para volver a la patria redimida (…) gemía en el
destierro…’’, dice Hostos. Hoy día, a uno la patria le sobrevive a pesar de
sus tormentos y horribles episodios; al otro, la patria se le esfuma hasta
quedar en lontananza aquellas luchas y
patrióticas hazañas. Estoy seguro de que tanto a Duarte como a Hostos las
lágrimas hoy día le correrían por sus mejillas al ver, impotentes, como están
sus patrias respectivas.
Tanto Duarte como Hostos fueron protestantes varoniles, luchadores
revolucionarios, de una vida agitada, de sueños y quimeras que batallaron denodadamente
en sus días. Ambos patriotas, Duarte y Hostos, ‘’Muertos, como vivos’’ siguen sus protestas. Ellos son ‘’el mismo espíritu en dos cuerpos’’.
Hostos vio en la muerte de Duarte una gran agonía. La suya más de dos
décadas después sería igual. ¿Quién pensaría en su época, que Hostos iba a
morir abrazado del lienzo tricolor que ideara Duarte?.
La muerte de ambos patriotas ha sido, en uno, por ambición de sus
hermanos; en el otro, por apetitos imperiales. En el uno, perversos y
malandrines compatriotas suyos pisotean su nombre; en el otro, botas imperiales
además de anular sus patrióticos ideales, le imponen a su patria sus pecados
capitales.
‘’Individualmente es que Duarte
– dijo Hostos – se desterró otra vez, que otra vez fue a vagar hambriento y
solitario, solitario y hambriento, por campos tan impávidos como estos, y como
casi todos, para la abnegación y el patriotismo’’. Así fue en Hostos
también. Morir ambos así, lejos de su patria, de seguro les quitó de encima la
ira y el remordimiento de sus pesares. Todo lo dieron ambos por ver libre sus
patrias. Todo lo abandonaron por soñar despiertos.
Quizás ’’mañana, cuando en medio
de esos alborozos premeditados con los que los pueblos compran la indulgencia
de la Historia, entren triunfalmente en esas calles los restos’’ de Hostos
a su patria. Por esas calles que él, luego de asentarse el dominio imperial yanqui,
jamás pudo volver a pisar, tras su partida en 1900. Pero, que quedaron en sus
adentros como recuerdos; porque ‘’digno
de la solemnidad de aquel momento será que tomando de la mano a nuestros
pequeñuelos, y mostrándole con severo índice esos restos’’, digamos al
unísono que él y Duarte lo entregaron todo por lo que amaban: la libertad de
los suyos y la independencia plena de sus patrias.
‘’ Entonces – como bien
dijo Hostos de Duarte y de Sánchez –, en vez de dormir inquietos… para siempre
en patrio suelo, habitaréis para siempre en tierra propia, la tranquila mansión
de los que fueron’’.
Si la patria de Duarte albergó en su seno a
Hostos, y sus ideales que aquí no cupieron, entonces sus ideas antillanas todavía
viven. O acaso, ¿no fue en Santo Domingo donde Hostos palpó con más emoción la
hermandad de Las Tres Antillas? ¿no fue en la tierra de Duarte donde Hostos dio
impulso a sus planes de la unidad antillana? Desde aquí, en tierra de Duarte,
Sánchez, Mella y Luperón, Hostos lanzó ‘’como
si concentrara todas la fuerzas emocionales de su espíritu en un puñado de
palabras, el más alto elogio’’ de pensamientos y acciones que jamás ha
salido de extranjero alguno después de Martí. ‘’De aquí – como bien dice Rodríguez Demorizi – unas tras otras salieron
voces de estímulo para Borinquen’’.
‘’Aquí (en la patria de Duarte,
n. de j.m.j.) se forjó la redención de Puerto Rico (y de Cuba, n. de j.m.j.);
aquí se fulminó la sentencia de muerte del coloniaje español en las Antillas;
aquí se decretó la regeneración de Quisqueya por la libertad, por la verdad,
por la justicia. Desde aquí se predicó la doctrina del bien para los hombres de
nuestra familia histórica; desde aquí se preceptuó el principio de tolerancia
para todos los pareceres contrarios a la reforma de la vida en estos pueblos;
desde aquí se promulgó el dogma de la Confederación de las Antillas como
objetivo final a nuestra historia’’. (p.49, en ‘’Hostos y Luperón…’’).
¿Cuán lejos se han ido los sueños de Duarte y de Hostos? Duarte y
Hostos sufrieron en carne viva la desconsideración de los indiferentes. Muchos
han querido sepultar sus ideales y no han podido. Tres tiranos se interpusieron
en la vida de Duarte y de Hostos: Santana y Báez, en el primero; Lilís, en el
segundo. Sus proyectos se vieron truncados, pero no han perecido.
DE NUEVO AL EXILIO
Duarte había muerto en Caracas, Venezuela, doce años antes, en 1876,
cuando Hostos ha de ausentarse del país debido a los serios obstáculos que hubo
de encontrar en el régimen de Lilís; régimen despótico y unipersonal. Con mucha
pena y dolor tiene Hostos que partir el 4 de agosto de 1889 de Santo Domingo,
para acceder al pedido del entonces presidente chileno Balmaceda, y poder así continuar su facunda labor pedagógica,
que con tanto tesón y sacrificio, había iniciado en nuestro país con la Escuela
Normal. En tierras chilenas Hostos trabaja en el Liceo Chillán (1889-1890) y en
el Liceo Miguel Luis Amunatégui (1890-1898). ‘’Durante este período Hostos publica profusamente libros sobre los más
diversos temas, haciendo gala en ellos de su extraordinaria erudición y de su
profundidad de análisis’’. (p.20, en ‘’América:
la lucha por la libertad’’.).
En Chile, además, Hostos en 1895 es nombrado agente de la junta de
Partido Revolucionario de Cuba y Puerto Rico, de Nueva York; y el 2 de agosto
de ese mismo año funda y lo eligen como presidente de la Liga de Patriotas
Puertorriqueños. Tres años más tarde, su dolor es más que grande, inmenso
cuando se entera que el 25 de julio de 1898 las tropas norteamericanas invaden
a Puerto Rico.
A través de la Liga de Patriotas, Hostos pretendió revitalizar la
lucha de los puertorriqueños contra el colonialismo. Esta organización cívica y
educativa tenía, como acertadamente señala Manuel Maldonado – Denis, el
propósito de promover una ‘’toma de
conciencia’’ en los puertorriqueños en particular y con todos los
latinoamericanos en general, ‘’respecto a
los problemas más urgentes… en ese momento tan crucial’’, que vivía el pueblo de Puerto Rico. Su
objetivo fundamental era claro: lograr la independencia de Puerto Rico.
‘’El 8 de septiembre de 1898
sale – Hostos, n. de j.m.j. hacia Puerto Rico a bordo del vapor ‘’Philadelfia’’
y el 23 de octubre funda en Juana Díaz el primer capítulo de la Liga de Patriotas que se crea en suelo
puertorriqueño, su prédica patriótica caerá en oídos sordos. El 21 de enero de
1899 se entrevista con el presidente de los Estados Unidos William Mckinley
respecto al destino de Puerto Rico’’. (P.22).
Después de aquel encuentro con el Presidente norteamericano Mckinley,
Hostos no sale muy a gusto. Su destino
será de nuevo Santo Domingo, para una vez allí reanudar su labor revolucionaria
y educativa a partir del 6 de enero del 1900. Meses antes le escribe al
entonces presidente dominicano Horacio Vásquez desde Mayagüez, el 19 de
septiembre de 1899, y entre otras cosas dice: ‘’La Patria se me escapa de las manos’’, refiriéndose a su Puerto
Rico querido.
En esa misma carta, además, le dice al presidente Vásquez: ‘’Siendo vanos mis esfuerzos de un año entero
por detenerla (la invasión yanqui a Puerto Rico, n. de j.m.j.), el mejor modo
de seguir amándola y sirviéndola es seguir trabajando por el ideal, que,
independientemente Cuba y restaurada Quisqueya en su libertad y su dignidad
republicana, ni siquiera es ya un ideal; tan en la realidad de la historia está
la Confederación de las Antillas’’. (p.210, ibid).
LOS ÚLTIMOS TIEMPOS
Ya encontrándose en Santo Domingo, Hostos, en fecha 5 de junio de
1902, le escribe a su amigo puertorriqueño, el doctor Manuel Guzmán Rodríguez,
con mucho pesar estas palabras: ‘’Hace cuarenta años menos dos, que empecé en La
Peregrinación de Bayoán la triste obra de previsor solitario, previendo la
posibilidad de una unión de los pueblos ibéricos de ambos mundo y hoy, cuando
ya es inútil y es contraproducente esa unión, es cuando a esos desgraciados se
les ocurre empezar a fabricarla en el vacío (…) todavía no comprendo que no se
haya oído la voz del bien y la verdad’’. (pp.215-216).
Un año después de estas pesarosas líneas, fallecía el ilustre Maestro
Eugenio María de Hostos y Bonilla en Santo Domingo. Dio sus últimas energías,
para bien del pueblo dominicano, con la titánica labor educativa que casi tres
décadas atrás había iniciado en nuestro país. Sus ojos se cerraron el 11 de
agosto de 1903, algunos amigos íntimos de Hostos, entre ellos los doctores
Francisco Henríquez y Carvajal, Arturo Grullón y Rodolfo Coiscou, atribuyeron
su muerte, al ‘’moral abatimiento a la
desesperanza de la redención de su patria nativa, Puerto Rico, perdida como
estaba a su salida de aquella isla la ocasión que la guerra hispano – americana
ofreció a ese pueblo desgraciado para alcanzar gradualmente la autonomía a que
había de conducirlo la fecunda labor iniciada por el singularísimo
puertorriqueño con La Liga de Patriotas’’. (p.38, en ‘’Eugenio María de Hostos (1839-1903). Homenaje Dominicano A Su Memoria’’.
No hay mejor manera para recordar a Duarte y a Hostos, que continuar
su legado imperecedero. A Hostos, bien lo recordaba el Generalísimo Máximo
Gómez cuando desde La Habana, Cuba, tres semanas después de su muerte, el 5 de
septiembre de 1903, publicaba en ‘’El
Mundo’’ estas enaltecedoras palabras como tributo a su memoria:
‘’Los dominicanos, que quizás
tengamos muchos defectos, pero no somos ingratos, se han reunido alrededor de
la tumba del Maestro y en la serenidad de aquella eterna separación y triste despedida,
pusieron un poco de polvo y regaron lágrimas y flores sobre aquellos restos, y
escribieron la historia, ellos mejor que nadie, de la vida de aquel hombre
ilustre cuyo recuerdo no olvidaremos nunca’’
Y yo, que fui su amigo,
siento, al lado de la pena que tal pérdida pueda causarme, el simple consuelo,
de que él escogió mi patria para soportar las amarguras de su destierro, y allí
debajo de aquel cielo azul y claro se
labró su sepultura. No olvidamos nunca los dominicanos la memoria de
nuestro mejor amigo Eugenio M. de Hostos (p.251, en ‘’Papeles dominicanos de Máximo Gómez’’ de E.
Rodríguez Demorizi).
Hostos no ha muerto. Sus ideales viven, lo mismo que los de Duarte. Yo
soy Hostos, tú eres Hostos… en todas partes de América y sobre todo en las
Antillas, hay muchos Hostos, y lo
seguirán habiendo por lo siglos de los siglos…
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