Por Jesús Méndez Jiminián
“Mientras no se escarmiente a los traidores como se debe, los buenos y verdaderos dominicanos serán siempre victimas de sus maquinaciones” ~ Juan Pablo Duarte (1813-1876)
A mi buen amigo, vegano, y gran duartiano: César Arturo Abreu y Fernández.
El 13 de julio de 1844, Pedro Santana y Familia fue proclamado por la Junta Central Gubernativa que presidía don Tomás Bobadilla, antiguo aliado de los trinitarios, como Jefe Supremo de la República Dominicana, Agregando éste otorgamiento a otros dos: General de Brigada y Jefe de la Armada Expedicionaria de la Frontera Sur.
La República Dominicana aun vivía, pese a los éxitos, militares logrados en Azua y Santiago, en el mes de marzo de 1844, bajo las constantes incursiones de tropas haitianas en nuestro territorio. Duarte, a instancias de Mella, que había sido designado Comandante en Jefe del Cibao se encontraba recorriendo junto algunos compañeros suyos pueblos de esta zona, con la finalidad de concitar apoyo a la nueva causa de los trinitarios.
Sin embargo, el 22 de agosto de 1844, la Junta Gubernativa que ahora presidía el general Santana, en una reunión sostenida por sus miembros, que además de él, integraban Tomas Bobadilla, el general Manuel Jimenes, Félix Mercenario, Toribio Mañón, J. Tomás Medrano, T. Villanueva y Norberto Linares, acusó a Duarte, Sánchez, Mella y demás compañeros que le seguirán por el Cibao, de ser “cómplices de sedición” bajo el alegato infeliz de “trastorno y derrocar el Gobierno Supremo establecido en virtud del Manifiesto del 16 de enero” de 1844.
Es preciso acotar aquí, que a más que de “sedición”, esa Junta Central Gubernativa dirigida por Santana, acusaba a Duarte y sus seguidores de supuestamente incitar a los pueblos del Cibao; de querer llevar a cabo una guerra civil. El general Santana junto a los demás integrantes de la Junta, tomaron como pretexto para adelantar medidas represivas contra Duarte y sus compañeros, una carta sin fecha que había dirigido a Mella el general Francisco del Rosario Sánchez, en la que decía, entre otras cosas, que “devolvería a Santo Domingo a Duarte como Presidente de la Republica”.
Asimismo , la situación tomó otro giro cuando entre los integrantes de la Junta Central Gubernativa, Santana hizo ilusión en la referida reunión del 22 de agosto, a otra carta- respuesta de Mella que sí tenía fecha, 19 de julio de 1844, en la que se señalaba que “los pueblos y el ejército del Norte, ansiando por su Gobierno definitivo, han proclamado Presidente de la República Dominicana al general Duarte, con la condición de que salve el país de la dominación extranjera, y que convoque la constituyente y remedie la crisis de la hacienda publica”. Ahí, precisamente encontraron los enemigos de Duarte y los trinitarios el pecado original.
Vale señalar aquí, que en la aludía reunión se utilizaron muchos pretextos más contra Duarte y sus compañeros, pero por razones de espacio no vamos a detallar aquí. Pero, sí debemos subrayar, que de todos esos pretextos resaltaremos uno que sí llegó a los oídos de Santana en aquellos días; y fue el que supuestamente Duarte y demás trinitarios que le acompañaban por el Cibao, habían seducido al Comandante de la plaza de La Vega, teniente coronel Manuel Mejía pasa que se integrara a su partido, el de los duartistas, y apoyara en consecuencia a Duarte para ocupar la Presidencia de la República.
Manuel Mejía, que “alcanzó la jerarquía de general de brigada”, dice Rafael Chaljub Mejía en su obra “Diccionario biográfico de los restauradores de la Republica”, al parecer era un militar de “dudas y vacilaciones”. El propio general Gregorio Luperón cuando fue designado tiempo después, en plena Guerra de la Restauración (1863-1865), como Jefe de Operaciones en la línea del Este y del Sur, propuso –anota Chaljub Mejía –removerlo, puesto que de él se propagaban entre los soldados restauradores y la misma población de La Vega, ciertos rumores que apuntaban a una falta de confianza en este militar.
Don Mario Concepción, vegano, en su obra “La Concepción de la Vega”, resume según la anotado por Rosa Duarte en sus “Apuntes”, la visita que hiciera su hermano Juan Pablo y sus compañeros a La Vega, con estas palabras: “…el 24 de junio llega (Duarte) al Cotuí donde permanece hasta el 25 que sale pasa la Vega, en donde se encuentran y es recibido por su amigo y compañero de trabajos por la Independencia el Pbro. Dr. Espinosa, acompañado del comandante del pueblo es decir, el general Manuel Mejía, n de j.m.j; y estuvo allí hasta el 27 por complacer a sus amigos y al pueblo que con tantas demostraciones de afecto lo recibió. El 29 salió para Santiago” (p.103).
El general Santana, hombre astuto, taimado, curtido en los campos de batalla y de mucha experiencia militar, observaba aquellos pasos de Duarte y los suyos con cierto recelo. Y el 28 de julio de 1844, en una proclama que lanzó sobre lo acontecido por el Cibao con la presencia de Duarte, según cita Concepción en la referida obra, señaló lo siguiente: “El anarquista Duarte, siempre firme en su loca empresa, se hizo autorizar sin saberse cómo, por la Junta Central Gubernativa, para marchar a La Vega con el especioso pretexto de restablecer la armonía entre el Sr. Cura y las autoridades locales”, (p.104).
Lo último apuntado por Santana, conlleva a pensar que posiblemente había cierto celo entre el padre Espinosa y el general Mejía, específicamente, con la visita de Duarte y los trinitarios a La Vega.
Lo cierto es, que bajo tales supuestos, o reales argumentos de Manuel Mejía filtrados a Santana sobre los pasos de Duarte por el Cibao, la Junta que él encabezaba y sus demás integrantes tomaron como buena y válida la denuncia en cuestión, es decir, que Duarte, Sánchez, Mella, Pedro A. Piña, Juan Isidro Pérez, Gregorio del Valle, Juan Jiménez y el capitán Juan José Illas , tenían “un plan formado para destruir al gobierno”, y proclamar al Padre-fundador de la República a la Presidencia. Pero, es de aclarar aquí, que Duarte no fue proclamado como tal en La Vega, sino en Santiago de los Caballeros días después.
Así, que Santana y demás integrantes de la Junta, en la citada reunión del 22 de agosto, declararon “traidores e infieles a la patria” a Duarte y los suyos, y como tal los destituyeron de los cargos que ocupaban; y además, los sentenciaron al destierro a perpetuidad “sin que puedan volver a poner pie en él”.
Duarte fue hecho preso en Puerta Plata y luego trasladado a la Capital “para de allí igual que lo han sido ya que sus compañeros de infortunio, ser embarcado(s) al extranjero en cumplimiento de la sentencia condenatoria”.No sin antes saberse que iban a ser fusilados.
Se dice, que ante el rumor de fusilamiento de Duarte y sus fieles seguidores, el rico comerciante hebreo en la Capital, Abraham Coen, se acercó al general Santana, y le dijo: “Fusilar a esos hombres? Está usted loco? No señor, de ningún modo; expúlselos usted si cree que le hacen daño”. Se convierten así Duarte y sus compañeros, dice Emilio Rodríguez Demorizi en su obra “El General Pedro Santana”, en “los primeros dominicanos proscriptos”.
"Y mientras la nave en que Duarte es embarcado se aleja…de Santo Domingo, los mismos pueblos del Cibao que meses atrás habían ofrecido a éste su apoyo se pronuncian ahora unánimemente a favor de Santana". ¿Cosas veredes Sancho?
Santiago de los Caballeros, R.D.
15 de marzo de 2012.
15 de marzo de 2012.